Cancún, Quintana Roo

Mujeres: entre la Gran Madre y La Malinche

Miércoles 08 Marzo 2017

OPINIÓN | TEXTO SENTIDO

Por: Lizzy Santoyo 

* Todos debemos comprender que las mujeres no necesitamos entrar en moldes y que podemos romperlos para crear nuevas formas y trabajar en equipo.

QUINTANA ROO.- En una especie de canonización, en la Cámara de Diputados se encuentran nombres de personajes fundamentales en la historia de México, con letras doradas, entre ellos el de algunas mujeres como Josefa Ortiz de Domínguez o Leona Vicario. Esas mujeres consideradas “Madres de la Patria”.

Por otro lado, tenemos a las que prácticamente desconocemos. Un ejemplo es La Güera Rodríguez; una mujer ilustrada, estratega, financió al Ejercito Insurgente en su lucha por la independencia, pieza clave en la consumación de la misma, sus habilidades en la política, su inteligencia y capacidad, fueron básicas para hacer de hoy un México independiente.

Y entonces, ¿por qué la desconocemos? Porque ella representa uno de los estereotipos en el cual se han encasillado a las mujeres en la sociedad mexicana:

El positivo: representa a la mujer que encarna las virtudes a la que toda debe aspirar, lo que se relacione con lo materno, lo afable, lo divino, lo puro, la mujer obediente, sumisa y sujeta a la autoridad establecida, que en todo caso ha sido un hombre. En palabras de Octavio Paz, “el arquetipo de la Gran Madre”.

Por otro lado están las mujeres que representan lo opuesto: las mujeres que toman decisiones por sí mismas, que no están a la sombra del hombre, que su vida no gira en torno a él. Las mujeres con voluntad propia, dueñas de sus deseos y pasiones, la mujer, como diría Paz, que es relacionada con la Malinche, la que se entrega a la perfidia, que representa una traición, una debilidad y el funesto resultado de ello. Esa mujer no puede ser un ejemplo a seguir. Esa mujer es una “zorra”.

La Güera Rodríguez fue una mujer que representaba a la “zorra”, a la Malinche, no a la “santa”, la Gran Madre; porque aún si aportó tanto para la consumación de la Independencia, no se le ha perdonado (como si hubiese algo que perdonar) el haber sido amante de Iturbide, de varios Virreyes, Obispos, de Bolívar y hasta Tolsá. La primera mujer en Latinoamérica en obtener un divorcio. Y, sobre todo, que se tomara el atrevimiento de pensar por sí misma, de estar en la política, de no someterse a un hombre.

La mujer históricamente ha sido vista como inferior, por ello a veces se les falta al respeto, se les violenta o desprecia. Retomo a Octavio Paz en El Laberinto de la Soledad, donde explica cómo es vista la mujer por el hombre mexicano, el que no se abre, no se entrega, “no se raja”. Y cito: “(…) Las mujeres son seres inferiores porque, al entregarse, se abren, su inferioridad es constitucional y radica en su sexo, en su ‘rajada’, herida que jamás cicatriza.”

¿Y en la política?

Esta visión dual de la mujer se ha visto reflejada en varios ámbitos, la política no está excluida y refleja también su situación en la sociedad mexicana; desde el Siglo XIX las mujeres en México demandaban ciudadanía, derecho al voto y equidad política.

Fue hasta 1953 que la mujer pudo votar. La mujer ha luchado por abrirse espacios en la política, aun así, hoy en día existe una brecha, tan sólo en el gabinete presidencial (ampliado) se ha llegado a lo mucho seis mujeres por 24 hombres, en el Poder Judicial hay un 18.1% de presencia femenina, en lo legislativo se ha hecho un gran avance: hay un 42.2% de mujeres. Y en el Senado hay un 37.5%. Hay sólo una mujer gobernadora y 31 hombres. Y hay alrededor de 320 alcaldesas por 2 mil 641 presidentes municipales.

Las mujeres en la política representan a ese arquetipo relacionado con la Malinche; mujeres con voz, que no se callan ni se someten, y que entorpecen la dinámica política llevada por muchos hombres. En palabras de Alicia Ricalde, actual directora de la APIQROO: “Desde luego les afecta que no tomamos acuerdos, ni compadrazgos de cantina. Somos menos corruptas, más responsables, somos mejores administradoras y gobernamos de forma más humana, buscamos el bien común.”  Quien por cierto es la única mujer que ocupa una dirección de Administración Portuaria a nivel nacional.

“La participación de las mujeres en el sector laboral fomenta generalmente la honestidad, esto es por cuestiones históricas ya que culturalmente al hombre le cuesta más trabajo intentar sobornar o corromper a una mujer” (Scherer, 2012).

En mis redes hice un sondeo, la pregunta fue: “¿Qué concepto consideras que tienen los mexicanos acerca de la mujer?” Los resultados fueron, sin que muchos lo supieran, similares a lo mencionado por autores como Octavio Paz, en El Laberinto de la Soledad; por Santiago Ramírez en El Mexicano Psicología de sus Emociones, por mencionar algunos. Se percibe una dualidad: la mujer es vista como algo adorable y como algo en función del hombre. Venerada y amada como apoyo y ayuda del hombre, no obstante, con una visión machista, de ser algo inferior, culpable enteramente del machismo imperante. Amada y odiada.

Sí, ha ido modificándose esta percepción con el tiempo y hay cada vez más hombres conscientes de este concepto colectivo que, en palabras de Gustav Jung: “los arquetipos del imaginario colectivo pertenecen al código genético de los individuos y sirven para expresar información que ha sido transmitida hereditariamente”. Así las nuevas generaciones poco a poco van incorporando la idea de equidad, y respeto, igualdad en dignidad y oportunidades para el género femenino, complemento en la especie humana.

Muchas mujeres viven constantemente entre ser la santa o la zorra, la Gran Madre o la Malinche, la que se somete o se emancipa; sin embargo, el momento en que comprendamos tanto mujeres  como hombres que las mujeres no necesitamos entrar en esos moldes y que podemos romperlos para crear nuevas formas, nuevos espacios, y trabajar como equipo, uno más humano, entonces es muy probable que finalmente el nombre de “María Ignacia Agustina” la Güera Rodríguez y “Malinalli Tenépatl”, La Malinche, sean grabados con letras de oro y se reconozca finalmente -a las que se rechazó por “zorras”- como madres de la patria.

Cierro con estas palabras e invito a la reflexión. A darle, pues, sentido a este texto.

En nuestra sociedad hay una visión dual sobre nosotras: somos veneradas y amadas...

Galería (2)

Más noticias y artículos de Cancún