Cancún, Quintana Roo

La madurez de Puerto Morelos

Martes 02 Octubre 2018

EN ÓRBITA
Marcelo Salinas
@msalinas21

En coyunturas de crispación política como las de Othón P. Blanco (la capital) y Solidaridad (la “cuna del cambio”), que concitan el interés en los círculos políticos, empresariales y periodísticos, asombra la calma en el municipio de Puerto Morelos, donde Laura Fernández Piña asumió funciones en un hecho histórico: convertida en la primera presidenta reelecta en Quintana Roo.

Con ella ganan las mujeres dedicadas a la política, quienes han promovido la equidad de género, el piso parejo en todos los terrenos de la cosa pública y el destierro de prácticas tan dañinas como violencia política, de la cual fue promotora por ser víctima de ella en otra época. Ganan las mujeres en general.

En el análisis de su ruta destaca precisamente esta última idea: cómo es que se abrió camino en etapas de poca voluntad hacia sus congéneres, con gobiernos calificados machistas por sus excesos y abusos, y cómo ha logrado ser reelegida por los ciudadanos de una comunidad que saben de marginaciones. En esa carrera quedaron derrotadas, por ejemplo, Cristina Torres en Solidaridad, y Perla Tun en Cozumel, quienes reclamaban asuntos similares.

Esa fortaleza de Laura Fernández, que implica en sí misma una solvencia moral en la temática, no es la única por la cual convenció y obtuvo mediante el voto mayoritario una responsabilidad por tres años más; es decir, no se gobierna solamente con tesón, sino con voluntad, coordinación, decisiones atinadas e inteligencia. Y ahí están la política de “cero deuda” o la articulación de estrategias eficaces con los otros niveles y poderes.

Sin deuda, con obra pública, haciendo equipo y más fuertes que nunca, asumen las autoridades de Puerto Morelos, el municipio más joven que demuestra una madurez a los demás.

Laura Fernández arranca con el pie derecho, abierta al diálogo y propiciando consensos, a la altura de los nuevos desafíos.

 LA NUEVA ERA

Es una nueva era. El fin de semana pasado, cuando asumieron los 11 presidentes municipales con sus respectivos equipos, comenzó la etapa administrativa 2018-2021, caracterizada por una insólita correlación de fuerzas que definirá el mapa político-electoral de Quintana Roo durante los próximos años.

En los pasados comicios del 1 de julio la polarización no alcanzó niveles dramáticos como los de 2016 (lo que estuvo en juego fue distinto), aunque ello no significa ignorar que la reconciliación política y social debe convertirse indudablemente en un eje de las autoridades ya en funciones.

Política, porque es momento de sumar. La cantidad de colores partidistas, los bloques de poder en ciernes, las intentonas desestabilizadoras o las desbandadas reflejan que pudiera haber muchos intereses en la cancha, aunque no debe extraviarse el mayor de todos: el bienestar del estado. Y social, porque es obligatorio reconvocar a los que perdieron o no participaron para reivindicar las causas ciudadanas impostergables.

Por todo lo que sigue, incluyendo al ámbito nacional, la reconciliación debe entenderse como la voluntad de progresar juntos hacia objetivos comunes y compartidos, más que de superar un pasado reciente, que si bien no fue traumático, sí dividió en alguna medida. La anterior es la clave para consolidar una democracia, cuyos paladines deberán saber cómo cumplir con todos y no solamente con unos cuantos.

En coyunturas de crispación política como las de Othón P. Blanco (la capital) y Solidaridad (la “cuna del cambio”), que concitan el interés en los círculos políticos, empresariales y periodísticos, asombra la calma en el municipio de Puerto Morelos, donde

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