Cancún, Quintana Roo

Sangra la libertad de expresión

Martes 07 Mayo 2019

Dicen que es de sabios cambiar de opinión o de “narrativa oficial”, diría yo. Y me explicaré en las siguientes líneas: La libertad de prensa se mide a nivel mundial; de 180 países, México ocupa el 144 y es considerado el más peligroso del continente para ejercer el periodismo según el informe anual de reporteros sin fronteras RSF. El 99% de los crímenes quedan impunes.
Desde el 2000 han sido asesinados 123 periodistas según la ONG Artículo 19 con sede en Londres; solamente nos rebasan por muy poco Siria y Afganistán, teniendo en cuenta que en esos lugares hay conflicto bélico. 
En el sexenio de EPN hubo 47 asesinatos a periodistas, 4 desapariciones y 2,502 agresiones. En los primeros 100 días de AMLO hubo tres asesinatos a periodistas.
Estas cifras son evidencia de la situación y niveles de violencia que se vive en lo general y lo particular, sobre todo a quienes ejercen el periodismo y viven distintos tipos de censura.
Ante un panorama en el cual los y las periodistas están vulnerables, la narrativa oficial juega un papel trascendental, sobre todo cuando quien la dicta, en este caso el presidente Andrés Manuel López Obrador, tiene un nivel de aprobación cercano al 80%.
La principal herramienta de poder que tiene AMLO es la opinión pública, sobre la cual sabe influir magistralmente. Cada mañanera es el recurso para marcar desde la agenda mediática hasta la plática de café y memes por WhatsApp, pero va más allá: sus fans más radicales toman sus palabras por verdades absolutas.
AMLO es una persona inteligente y estratega; sabe muy bien cómo alcanzar sus objetivos, cómo proponer el tema del día hasta conseguir las reacciones deseadas en la oposición, que, por cierto, está bastante desvinculada y débil. En este orden de ideas, polarizar le ha sido útil; señalar y estigmatizar es parte de ello, la fórmula es clara: dividir entre los malos y los buenos; los primeros son los “conservadores”, “fifís”, “neoliberales”, “prianistas” y esas etiquetas han sido usadas a toda aquella persona, grupo, organización o medio que difiera, cuestione o critique al nuevo gobierno y específicamente a él. Los buenos, es sencillo: el “pueblo sabio y bueno”; toda aquella persona que le apoye y que no lo confronte.
Esta categorización no ha excluido a las –de por sí– ya vulneradas personas del periodismo; recordemos palabras del presidente en una Mañanera: “si se pasan, ya saben lo que les pasa, pero no soy yo, es la gente…” Andrés Manuel sabe bien que SÍ es él; sabe perfectamente del poder que tiene para influir e incluso promover una actitud.
Signa_Lab ITESO, un laboratorio universitario multidisciplinario, publicó un estudio sobre el comportamiento de la llamada #RedAMLOVE  en Twitter, donde daba evidencia de una operación coordinada para inhibir voces disidentes o críticas, a través de bots, trolls y cuentas falsas, donde se atacaba principalmente a periodistas, con una narrativa donde la prensa queda como enemiga.
En varias Mañaneras AMLO señaló negativamente al periódico Reforma, etiquetándolo como he mencionado anteriormente. El pasado 22 de abril dicho periódico publica la nota “Refuerzan vigilancia en casa de AMLO”, el 23 de abril el presidente desprestigió nuevamente al periódico. Y posteriormente el trending topic en Twitter fue #NarcoReforma donde incluso se incitaba a prender fuego a las instalaciones con Juan E. pardinas, el director, adentro.
El discurso que un líder da se convierte en una onda expansiva;  si el discurso estigmatiza, no hay lugar a la duda por parte de sus seguidores, y si quien lo dice además de poseer liderazgo es una autoridad de gran relevancia en el país, la dimensión de las consecuencias cobra un sentido superlativo.
El director de Reforma, Juan E. Pardinas, recibió hostigamiento, fue amenazado de muerte y tentativa de doxxing (práctica hecha en internet de investigación y publicación de información privada) el día 24 de abril.
Posteriormente el presidente López Obrador ofreció protección al director del diario: “Todos los medios de información respeto absoluto a su derecho de manifestación de ideas, su derecho a disentir y de manera especial al periódico Reforma (…) Nosotros no vamos a utilizar al Estado para amedrentar, para intimidar, mucho menos para reprimir a los medios de información.”
Desde entonces se ha pronunciado a favor de la manifestación libre de las ideas, y su narrativa oficial ha sido que luchan por establecer una democracia, por estar a favor de la crítica, la diversidad y la pluralidad y del derecho a disentir. En Juchitán, Oaxaca, este domingo 28 de abril reiteró que la democracia requiere diversas formas de pensar; que necesitamos estar en unión a pesar de las diferencias.
Si este cambio de narrativa es genuino dejaremos de escuchar mañaneras con estigmatizaciones y frases a periodistas que les vulneran aún más. Es preciso que AMLO realmente crea en la importancia de las diferencias, de las oposiciones y de otras perspectivas para que exista una real democracia. Porque como dijo Winston Churchill: “La democracia es la necesidad de doblegarse de vez en cuando a las opiniones de los demás.”
Y la democracia es responsabilidad de todos y todas, invito a darle, pues, sentido a este texto.

En el sexenio de EPN hubo 47 asesinatos a periodistas, 4 desapariciones y 2,502 agresiones. En los primeros 100 días de AMLO hubo tres asesinatos a periodistas.

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