La democracia, más que un voto

TEXTO SENTIDO Por Lizzy Santoyo El otro día experimenté de esas pocas veces en las que me encuentro con un tiempo llamado “muerto”: elegí ir a una librería, cosa que me relaja mucho, pasearme entre libros e ir seleccionado cuáles iré comprando, y si se puede salir al menos con alguno, pues mucho mejor.   Encontré uno que primeramente me llamó la atención por su autor, a quien considero una persona con una voz interesante de escuchar, o en este caso leer, no sólo por su preparación académica sino experiencia: José Woldenberg, hoy académico de la UNAM, y eventualmente consejero presidente del Consejo General del IFE de 1996 al 2003. El título del libro fue lo que más me llamó la atención, “Cartas a una joven desencantada con la democracia”, primeramente, por ser dirigido a una mujer, y con dos características importantes: joven y desencantada con la democracia. La generación Millenial, así como la Z, es decir las personas entre 18 y 35 años aproximadamente, están experimentando diversas situaciones como animales políticos, entendiéndolo en el sentido que señala Aristóteles (y parafraseo, “todos somos animales políticos porque estamos en una sociedad y cada vez que tenemos que ponernos de acuerdo para tomar decisiones que afectan en común estamos haciendo política”), así bien, en ese sentido la juventud experimenta mucha apatía, decepción, desencanto.  Varias situaciones influyen, la ciudadanía de otras generaciones no ha sido una muy involucrada, de hecho, la consideraría muy pasiva. Hemos sido una ciudadanía poco participativa, excepto para quejas en el buzón de redes sociales, pocas personas van más allá de ello, e incluso consideran que, con pagar impuestos, no pasarse un alto, ser “buena persona”, –que habría que definir que consideran por buena-, asistir al trabajo, ¡ah y votar! Creen que ya, su parte en la construcción de la democracia está hecha, su grano de arena para que el país siga, ya está.  La democracia no es un sistema perfecto, no obstante, hasta ahora, es lo más funcional que hay como régimen político. Se le ha romantizado en ocasiones, sin embargo, en la democracia siempre habrá una fracción a disgusto, porque si las opciones son pizza, tacos o tortas, y quienes quieren tacos ganan por ser mayoría, dejará con incomodidad a quienes tenían antojo de pizza o tortas. Sin embargo, la democracia va más allá. Se entiende como democracia a un “Sistema político que defiende la soberanía del pueblo y el derecho del pueblo a elegir y controlar a sus gobernantes”, hasta ahora en México, poca soberanía ha tenido el pueblo, no elije realmente a sus gobernantes, en palabras de Enrique Dussel: “La realidad es que el pueblo no elije representantes, son las élites, los partidos (…) quienes eligen al candidato, y el pueblo los confirma, y hay  una distancia entre los elegidos y el pueblo que los confirma y a veces no hay conexión”.  También diría que tampoco los controla, porque hasta ahora, aprueban y desaprueban, hacen y deshacen y lo último tomado en cuenta es la opinión de la gente y las necesidades de la misma, a menos que eso les represente beneficios propios. Es por ello por lo que hay tanta decepción de la democracia, sin embargo, hay varios factores a tomar en cuenta. La democracia es nueva, si comparamos a lo largo del tiempo, simplemente la monarquía existe desde la época de Mesopotamia, con Sumu-Abum primer monarca de la Dinastía I de Babilonia, en el 1894 A.C, esparciéndose como régimen político por todo el mundo, que sigue hasta nuestros días, perfeccionándose en lo posible, tratando de actualizarse para seguir vigente que incluso ha roto algunas costumbres reales como lo vimos recientemente en la familia real de Reino Unido. La democracia surge en Atenas, y algunas civilizaciones siguieron algo similar, no obstante, levanta hasta el siglo XVI D.C, y en México tiene cerca de 20 años, ¡sí, tan sólo 20 años!, entonces este sistema imperfecto, pero que resulta mucho más funcional que una tiranía, autocracia, etc., está en pañales en nuestro país. Y para que madure además de tiempo, requiere el ingrediente principal: el pueblo a través de su participación. Entre los valores que procura una democracia es la igualdad ante la ley para toda persona, la libertad en los términos que no pase por encima de las leyes, representatividad, constitucionalidad, derechos humanos, no obstante, nada de esto puede realizarse en gran parte si no hay participación ciudadana. La democracia es algo más que ir a la urna y emitir un voto. Se requiere involucrarse, procurar conocer a quienes deben representarnos desde antes de ser electos, saber qué funciones tiene cada puesto para evitar ser engañados, manipulados. La información es poder y es necesario empoderarnos como ciudadanía y dejar de ser observadores, se requiere organizarnos para participar desde lo pequeño, un ejemplo son las reuniones vecinales, dejar a un lado pretextos como la flojera, la apatía para resolver situaciones de una pequeña comunidad.  Porque eso brinda mayor poder a una colectividad, que puede representarse y articularse de forma que se puede ir escalando hasta ser parte de la toma de decisiones a un nivel municipal, estatal y federal, en vez de escueta participación de sólo cada seis años acompañada de desinformación.  La democracia se gesta en la gente, en aquella que en la indignación y/o hartazgo decide no sólo quejarse, sino hacer algo, el primer paso como lo mencioné es informarse, conocer, posteriormente encontrar algo, una causa, inquietud en la cual se quiera incidir y sumarse a quienes tienen la misma inquietud,  sin olvidar el pensamiento crítico, la capacidad de cuestionar y analizar para así crear una ciudadanía con mayores recursos que pueda ir dando forma a esta democracia mexicana tan nueva, tan accidentada y que, a pesar de ello ha ido creciendo, de la ciudadanía depende a qué velocidad suceda. Cierro con estas palabras e invito a la reflexión. A darle, pues, sentido a este texto.

La democracia, más que un voto

Hemos sido una ciudadanía poco participativa, excepto para quejas en el buzón de redes sociales...

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