* Al encuentro
Por José Luis Barrón (Achocados)
Aunque las formas de tu cuerpo
sean iguales a las mías
Teresa Larumbe (Epígrafe)
Sofía llevaba tatuada la frase “libertad o muerte” tanto en su brazo izquierdo como en su alma francesa, y la relación con Rodrigo se volvía tirante toda vez que éste adoptaba la no poco común actitud machista del mexicano promedio.
Pero esa tarde, el portazo que terminó con la discusión dejaba el sello de una despedida definitiva. Herido en su amor propio, Rodrigo se prometió por enésima vez a consumir lo que el país produce y olvidarse cuanto antes de Sofía.
Con su mirada en los recovecos de la Supermanzana 26, la francesa avanzaba sin tener destino fijo. Con esta ruptura, ella sentía la humillación del fracaso...
“Definitivamente, no sirvo para tener pareja”, pensaba mientras apresuraba el paso.
“Es que los hombres son tan estúpidos, no entienden que vivir en pareja es compartir la vida y no adueñarse de ella; Rodrigo tan dulce y apasionado, todo un galán mexicano, pero tan estúpido como los franceses, los españoles, los italianos... ¡Como todos lo hombres del mundo! ¡Imbéciles, machos!”
Su rabia aumentó su de por sí ya elevada rebeldía al salir de la laberíntica supermanzana y se encaminaba resuelta a meterse en el primer tugurio que encontrara; con un estilo de vestir agresivo, los tatuajes que dejaba ver deliberadamente y su tez rubia dorada, le proporcionaban una personalidad cautivadora y misteriosa.
Entró a un lugar muy discreto que se hallaba a un costado del Parque de las Palapas, y de inmediato exigió una cerveza, la que bebió de un solo trago, a la primera le siguieron varias más, la escasa clientela que se encontraba sólo se limitaba a observarla con profunda admiración, ya relajada, Sofía se dejó caer en un asiento y abofeteó a todos con su azul y penetrante mirada.
“Y encima vengo a caer en un tugurio de puro maricón”, se reprochó al observar las expresiones amaneradas y delicadas de varios presentes.
Uno de ellos, en osado intento le preguntó cómo lograba ese efecto de sombras en sus ojos, y ella le respondió con un silbido amenazador...
El chico se fue con un “ay Dios” temblando en sus labios, ella encendió un cigarrillo y comenzó a saborear su octava cerveza en no menos de 15 minutos. Poco después entraban cuatro mujeres, dos de ellas en un claro afán de mostrarse masculinas, las otras demasiado jóvenes y bellas; Sofía las miró de reojo, indiferente.
A medida que transcurrían los minutos y las bebidas se consumían, las dos parejas de mujeres se ponían más cariñosas, haciendo de lado la indiscreción, vergüenza y pudor.
Sofía prefería observarlas a ellas que los chicos afeminados, sonreía por los pensamientos que aquellas escenas le producían, pero no se imaginaba a sí misma besándose con otra mujer, pues aunque había tenido ya varios fracasos, pensaba que después de todo, los hombres eran adorables en ciertos terrenos.
Ya su coraje se había desvanecido, el efecto de las cervezas comenzaba a marearla confortablemente; la música era suave, las risas y palabras en aquel ambiente no eran escandalosas, Sofía había caído en ese estado de relajamiento e indiferencia, en donde nada aqueja y del que nadie quiere salir.
Suspiró profundamente al pagar la cuenta... “Bueno, la vida es un riesgo y hay que correrlo para sabernos vivos”.
Con el ánimo recuperado fue a la salida, mas de pronto una descuidada muchacha chocó con ella; el angelical y coqueto “discúlpame” le cautivó el corazón, la chica se quedó estática ante esa personalidad que se le clavaba por los ojos despacio y dulcemente, como la llegada de un cálido y azul amanecer.
Sofía bajó la mirada al darse cuenta de ello, y trató de huir, pero la muchacha la detuvo...
— Espera... ¿Vives en Cancún?
— Sí...
— ¿Te puedo invitar una cerveza o algo? Lo que quieras...
Los pensamientos de la francesa bailaron confusos en su cerebro, pero muy en el fondo, algo le decía que no había sido del todo libre como lo hubiera deseado, y que había estado fuera de lugar, lugar que justamente encontró esa noche con esa recién conocida, en las entrañas de exclusivo y discreto bar.