Cancún, Quintana Roo

Chetumal sí que está mal

Miércoles 31 Agosto 2016

EN ÓRBITA

Algunos podrían dar la razón al presidente Eduardo Espinosa Abuxapqui con que Chetumal es “la ciudad de las fuentes”, como la proclamó tras presentar la nueva plazoleta del Pescador, entre diciembre de 2014 y enero de 2015.

Pretendido como emblema cultural, ha resultado muy atractivo por su ubicación, colores y ambiente, que dan más vida social al bulevar, desde entonces consolidado como el corazón de la ciudad, cuando Avenida De Los Héroes estaba en reconstrucción mayor.

Otros tantos -probablemente más que los primeros- la califiquen “de los baches y desfondes”, porque tanto literal como figuradamente se está hundiendo por los golpes de la naturaleza, la falta de obra pública y la condenable ausencia de voluntad, acaso el peor de los males.

¿Qué le pasó a Abuxapqui? Era uno de los más experimentados y capaces al frente de los trienios políticos que pronto concluirán. Su currículo y la primera gestión (2002-2005) sin duda le avalan. O le avalaban. No obstante, su prestigio es puesto en tela de juicio por esa desidia impresentable.

Los que viven y sobreviven en Othón P. Blanco cuentan que su dejadez no fue desde que el PRI le negó –otra vez– la oportunidad de ser candidato a gobernador, sino desde antes, como desdeñando ese privilegio que a pocos se les da porque la presidencia no era más que trampolín o pasatiempo. Quizá exageran.

Así, la imagen urbana es fiel reflejo de cómo ha sido su encomienda y del estado que guarda la administración. Rescato un dato para poner las cosas en perspectiva: según el regidor electo Gabriel González Soto, las calles requieren más de 2 mil millones de pesos. De esa envergadura es el daño.

Dicha percepción, por supuesto, es opuesta a la que estiman sus colaboradores más cercanos. Para ellos pesan más la deuda heredada por los predecesores, el bajo presupuesto, la inclemencia del clima, la coordinación intermitente con los otros niveles y la ineficiencia del resto. Es entendible, pero no aceptable. Esta vez se la rifó. Ni los recursos extraordinarios le salvarán.

Aun así, pudieran tener algo de razón, porque si bien no hubo indiferencia del gobierno del estado, quedarán compromisos inconclusos de su parte, lo cual tampoco abona a mejorar el terreno ni las condiciones para desempeñarse con eficacia.

La prueba está en que el “abandono” (por llamarlo de alguna manera) se manifiesta con claridad en la mala calidad de los servicios públicos, la inseguridad y la grilla: pésima recolección de basura, robos, asaltos y hasta controversia constitucional. Eso, al margen de que no todas sus fuentes funcionan.

En algo sí tiene razón: Chetumal posee grandes nichos de oportunidades. La vocación burocrática no es impedimento para detonar el turismo, el parque industrial u otros sectores que pueden generar más empleos y elevar la competitividad.

Será tarea de Luis Torres Llanes, quien asumirá en este contexto aunque gozando una ventaja: fue clave en la victoria del gobernador electo, Carlos Joaquín González, quien deberá retribuir.

Desorbitado

No todo es malo. Algunos vecinos de la Campestre están contentos porque se está pavimentando una de las muchas calles con hoyancos. Los buenos oficios de un ciudadano surtieron efecto inmediato y los trabajadores del Ayuntamiento corrieron prestos con vehículos, maquinaria y herramientas. Afírmese. ¿El nombre del ciudadano? Eduardo Elías Espinosa Abuxapqui. El mismo. “Cinismo, insulto y burla”, reclaman en Chetumal, pues se trata, ni más ni menos, ¡de su calle!

Ha perdido toda credibilidad y, peor aún, el respeto de sus paisanos.

Algunos podrían dar la razón al presidente Eduardo Espinosa Abuxapqui con que Chetumal es “la ciudad de las fuentes”, como la proclamó tras presentar la nueva plazoleta del Pescador, entre diciembre de 2014 y enero de 2015...

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