Cancún, Quintana Roo

De Yucatán a Marte

Martes 21 Febrero 2017

MÉRIDA, Yucatán.- Si se cumplen los pronósticos de la NASA y en 2030 se envía la primera misión humana a Marte, un producto desarrollado en Yucatán podría ayudar a los exploradores espaciales a adaptarse a una prolongada permanencia en el Planeta Rojo.

En el laboratorio del restaurante K’u’uk, donde se ensayan nuevos sabores y texturas para llevar al plato, se trabaja en una goma de mascar que resuma experiencias de la Tierra, desde la sensación de entrar a la habitación de un bebé, impregnada del aroma del talco y la ropa recién lavada, hasta una tarde lluviosa, el desayuno con café y periódico en mano, una fiesta de cumpleaños y un bar.

El proyecto fue propuesto a K’u’uk a finales del año pasado por Rachelle Ornan-Stone, directora regional de Experiencia en Cabina de Boeing, quien en septiembre había visitado el restaurante como cliente. Al igual que todos los comensales que optan por el menú degustación, Rachelle probó y conoció la historia y el proceso de elaboración del chicle, que K’u’uk ha hecho de xtabentún, mezcal, chaya, zapote negro y dulce de papaya, entre otros sabores.

Rachelle es colaboradora de Mars City Design, una plataforma multidisciplinaria que Vera Mulyani, maestra en Arquitectura, creó para impulsar soluciones al desarrollo de ciudades en Marte. Con miras a la presentación que ambas tendrían en un simposio de aeronáutica en noviembre en Estados Unidos, Rachelle invitó al director del restaurante, Eduardo Rukos Dogre, a crear muestras de chicle con sabores que recrearan sensaciones terrestres, como una manera de conectar a los futuros colonizadores de Marte con la vida en su antiguo planeta y, así, ayudar a preservar su salud psicológica.

Eduardo explica al Diario que les propusieron una decena de sabores, como “una tarde lluviosa con pasto mojado, el recuerdo del periódico y el café en la mañana, la sensación de entrar al cuarto de un recién nacido, un cumpleaños con pastel, crema, velas, cera”. Como requisito el producto debía tener poco peso, no caducar, ser de fácil manejo y no necesitar métodos convencionales de cocina para su consumo.

Ante la falta de tiempo para desarrollar todos los sabores, el equipo de K’u’uk envió chicles de cheesecake, que preparó con yogur en polvo y fresas con crema deshidratadas (mediante liofilización) y pulverizadas; molten cake, pastel cremoso de chocolate líquido caliente; whisky y tabaco, y tascalate (achiote con cacao y maíz). Con estas sensaciones se deseaba “un poco obligar a dirigir la plática a México y demostrarles que los sabores no tienen que ser los que en Estados Unidos o los que están involucrados en el proyecto entienden como universales, sino que se pueden regionalizar y el proyecto adaptarse a cualquier región y situación conocida en el mundo”.

Los ejemplos se presentaron el 19 de noviembre en el Simposio Técnico del Instituto Estadounidense del Pacífico Noroeste de Aeronáutica y Astronáutica, que se realizó en el Future of Flight Aviation Center en Everett, Washington. El panel de Vera y Rachelle se tituló “Wake Up Genius! (¡Despierta genio!)” y, según explica la ejecutiva de Boeing en un correo electrónico, en él se invitó al público a aportar sus pasiones, aptitudes y fortalezas personales y profesionales a los desafíos de viajar y vivir en Marte, ya fuera arte, diseño, cocina, arquitectura, escritura de poesía, danza, yoga…

Eduardo señala que “terminando la reunión nos comunicamos y estaban muy contentas con el resultado”.

“Creemos que está muy padre, divertido, interesante que esté pasando en Mérida, que sea un producto yucateco y se exponga a ese nivel sin pedirlo”, opina Eduardo, quien añade que, aunque el material en sí no es costoso, la obtención del producto sí requiere una inversión elevada en equipamiento y consumo de energía.

Paneles comestibles

Además del chicle, K’u’uk tiene otra sugerencia para los viajes espaciales: el SEAgel, un material sólido hecho con alga agar que se caracteriza por su liviandad, resistencia y propiedad aislante, y que también es comestible. “Hace un par de años desarrollamos un SEAgel con camote trampado y miel de Dzidzilché”, recuerda Eduardo. “Propusimos utilizar este material como aislante de los contenedores u otras partes de la nave que no vayan a regresar a la Tierra para que cuando lleguen al planeta se desarme esa sección, se saquen los paneles y se coman”.

Para K’u’uk lo que sigue es “llevar los sabores que se establecieron en principio a una escala técnica muy alta”. Y “si esos procesos son adecuados para el proyecto necesitaríamos una retroalimentación para ver con qué más vamos a trabajar”.

Si de Eduardo dependiera, el sabor que pondría en su chicle en un viaje a Marte sería el de “pasar por Montejo a las 6 de la tarde, sentarte en el Colón con tu merengue y helado y oír los pájaros; para mí ésa es la representación de que estuviste en Mérida”. Ahora que si se trata de llevar un alimento, “lógicamente tendría que ser el achiote con naranja agria”.

Los humanos llegarían en el 2030 al planeta rojo

Mars City Design es un laboratorio de ideas que, con las aportaciones de expertos de diferentes disciplinas, desde las ciencias exactas hasta el arte, se propone “diseñar los planos de ciudades sostenibles en Marte”, según describe la plataforma su misión.

El año pasado realizó su primer concurso de diseño de productos adaptados a las condiciones del Planeta Rojo y este mes abrió la convocatoria para la edición 2017. Además de premios en efectivo, los autores de los proyectos seleccionados reciben capacitación en programas informáticos, la posibilidad de un contrato laboral con la compañía de software francesa Dassault Systèmes, patrocinadora del certamen, y exposición en un foro internacional.

Mars City Design es una de las reacciones a las expectativas de exploración de Marte, a la que se han apuntado Europa, Estados Unidos, Rusia, China e incluso India.

La Agencia Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA) de Estados Unidos planea enviar misiones tripuladas por seres humanos a la órbita de Marte a partir de 2030. Ésta será la última de tres etapas de un programa que irá paso a paso en su acercamiento al planeta.

La NASA (www.nasa.gov) señala como primera fase de la travesía la investigación desde la Estación Espacial Internacional de las tecnologías y los sistemas de comunicación necesarios para efectuar misiones al espacio profundo. Esta etapa se extendería hasta la mitad de la década de 2020.

La siguiente, que iría de 2018 a 2030, consistirá en enviar misiones cerca de la Luna para probar las aptitudes que se requieren para vivir y trabajar en Marte, donde el equipo humano estaría a meses de distancia de la Tierra. Se planea también enviar astronautas en una misión de un año para comprobar que todo está listo para dirigirse a Marte.

Para la última etapa, a principios de la década de 2030, la NASA se ha propuesto enviar seres humanos a la órbita baja de Marte —la Estación Espacial, a unos 400 kilómetros de la superficie terrestre, se encuentra en la órbita baja de nuestro planeta, por ejemplo—, probar las técnicas de entrada, descenso y aterrizaje en la superficie marciana, y estudiar lo que se requiere para establecerse en el lugar.

(Fuente: Diario de Yucatán)

Si se cumplen los pronósticos de la NASA y en 2030 se envía la primera misión humana a Marte, un producto desarrollado en Yucatán podría ayudar a los exploradores espaciales a adaptarse a una prolongada permanencia en el Planeta Rojo...

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