Liberia: lecciones desde África

Por: Samuel Cervera León ( Historiador y presidente de la Academia Internacional para la Construcción de Ciudadanía (AICI)). Si usted escucha el nombre Liberia seguramente no le remitirá ningún recuerdo, este pequeño país de la costa oeste de África con sólo 111 mil km2 y colindante con Sierra Leona y Costa de Marfil, no ha ocupado ningún espacio en las noticias y no existe nada que nos evoque su memoria. Pero ahí sucedió algo importante, se desarrolló una lección histórica que debe ser analizada y difundida. Ese país fue creado para liberar esclavos norteamericanos de origen africano,  regresarlos a su tierra natal.  Lo que sucedió con este experimento social nos muestra la enorme importancia de la educación para construir una nación justa. En 1821 desembarcó en Sierra Leona un norteamericano llamado Robert Stockton, traía consigo un grupo de hombres armados, cajas de abalorios y la mente llena de utopías. Llegó representando a la Sociedad Americana de Colonización, una organización formada por ricos empresarios de Estados Unidos, quienes agradecidos por la prosperidad alcanzada a expensas de sus esclavos, pero conscientes de la injusticia humana que significaba e influenciados por lecturas religiosas y de la ilustración francesa, decidieron liberar a sus trabajadores. Para ser todavía más justos, decidieron hacerlo en la tierra de sus antepasados, al fin y al cabo eran negros y estos pertenecían a África. Por supuesto nada de esto sabía el jefe de la tribu a la que pertenecía la costa donde Stockton desembarcó, pero aún así accedió a vender una pequeña franja de tierra de Sierra Leona al americano. Quién utilizó las clásicas habilidades diplomáticas de los occidentales con la mayoría de los pueblos nativos del mundo: lo amenazó con sus armas pero también le entrego una caja de los inútiles abalorios que traía consigo y seis mosquetones. Listo, ya había un país para enviar a los esclavos liberados, para que no tuvieran que padecer tanto la discriminación social como económica norteamericana, y también se reducía el riesgo de posibles rebeliones de esclavos. Los empresarios seguramente pensaron que habían tomado una gran decisión que les daría mucha paz a su consciencia, así como mucha felicidad a sus antiguos trabajadores. La mayoría de los esclavos liberados y trasladados por barco a aquella costa africana a lo largo de veinte años, no habían nacido en ese continente. Los pocos que lo habían hecho provenían de otros territorios, a miles de kilómetros de la flamante Liberia, como la habían  denominado  los utópicos compradores;  tierra de los libres.  Por supuesto tampoco hablaban los idiomas locales, pero mucho más grave aún y con consecuencias impredecibles por sus antiguos amos, no poseían ningún nivel de educación. Entonces hicieron lo que sabían, primero se mantuvieron pegados a la costa, desconfiados, sin relacionarse con las tribus nativas. La ayuda económica y militar que siguió mandando  “The Society for the Colonization of Free People of Color of America” (nombre oficial de la  Sociedad Americana de Colonización) les sirvió a los antiguos esclavos para invadir militarmente los territorios adyacentes y expandirse cada vez más al interior como conquistadores. Finalmente esclavizaron a todos los pueblos cercanos, reflejaron la sociedad de la que provenían, su único referente sociopolítico, dado que no tenían conocimiento de otra forma de organización económica y social. Todos los habitantes de Liberia eran de piel negra, la raza no los dividía pero la diferencia de origen se transformó en segregación y explotación.  Los americoliberianos habitaban la costa y la capital Monrovia, los demás, las zonas selváticas del interior. Los primeros hablaban inglés, eran protestantes y en pleno clima tropical se vestían con frac, sombreros de copa y las mujeres usaban corsé y vestidos largos y pesados, indumentaria típica de las clases altas estadounidenses del siglo XIX. También construyeron plantaciones de algodón con trabajadores esclavos, inclusive algunos fueron vendidos para trabajar en fincas similares en Brasil y subrepticiamente a Estados Unidos. Los nativos mantuvieron sus religiones ancestrales, continuaron viviendo de la agricultura y sólo aprendieron de los nuevos ocupantes,  a cuidarse de ellos y escapar cuando fuera posible. Claro que estaba terminantemente prohibido la mezcla étnica, la clase dominante buscó mantener durante más de un siglo la “pureza” de su origen, mucho antes del surgimiento de los nazis y del Apartheid en Sudáfrica. En 1847 se declaró la independencia de Liberia, pasando el mando del gobierno de administradores blancos pertenecientes a la Sociedad, a los antiguos esclavos americanos. Esto no cambio en nada la tendencia, al contrario aumentó el dominio de los americoliberianos, quienes además, al no saber vivir democráticamente crearon un solo partido para regir el país, el True Whig Party, de donde surgieron todos los gobernantes durante 103 años, desde 1877 hasta 1980. Los nexos con Estados Unidos no se rompieron, la Sociedad siguió promoviendo la migración hasta 1919 (se disolvió oficialmente en 1964). Se establecieron relaciones comerciales enviando  Liberia materias primas a su antigua metrópoli, inclusive en 1926 la empresa Firestone Tire and Rubber Company creó una gran plantación de caucho, aprovechando la mano de obra barata y las facilidades otorgadas por el gobierno. Los beneficios económicos solo fortalecieron a la élite dominante, no trajeron más igualdad ni justicia al resto de sus habitantes. El resto de la historia liberiana no se distingue de la mayor parte de África a pesar de haber obtenido su independencia mucho antes que el resto. Los años de invasión y saqueo por parte de las potencias europeas a finales del siglo XIX  redujeron considerablemente el territorio liberiano a favor de Sierra Leona y Costa de Marfil, colonia inglesa y francesa respectivamente. La segunda guerra mundial trajo un período de prosperidad económica gracias a la exportación de caucho y mineral de hierro, lo que mantuvo en el poder al dictador William Tubman de 1943-1971, hasta que falleció en el cargo y dejó a su amigo y vicepresidente William R. Tolbert como dirigente.  En 1980 un golpe militar encabezado por un descendiente de las antiguas tribus nativas hizo que por primera vez desde que aparecieron los norteamericanos, el poder regresará a los habitantes originales, pero lamentablemente no regresó la justicia ni trajo igualdad. El país ha padecido dos guerras civiles desde entonces, una de 1989 a 1996 y otra desde 1999 hasta 2003. Desde 2005 a la fecha la República de Liberia es gobernada por una mujer, Ellen Johnson-Sirleaf, la primera mujer presidente en África, quién emprendió desde el inicio de su gestión una política de reconciliación, recibió el premio nobel de la paz en 2011. Nacida en Liberia, desciende de tribus indígenas pero realizó todos sus estudios superiores en Estados Unidos, posee una maestría en Harvard. En el 2007  decretó que la educación primaria fuera gratuita y obligatoria para todos los niños en edad escolar por primera vez en la historia del país.   La historia de Liberia es un ejemplo claro de que la libertad y la riqueza material no garantizan una mejor sociedad, se necesita la educación de sus habitantes, fomentar valores humanos para tener mejores niveles de convivencia social. Construir una comunidad justa requiere estudio, investigación, reflexión, análisis, crítica, discusión académica y la constante formación de los individuos que la integran. Pensar que el crecimiento económico por si solo crea mejores pueblos es una ilusión, por el contrario los países que han realizado grandes inversiones en educación también han logrado niveles de desarrollo y equidad mayores en el largo plazo. La experiencia de ese lejano pueblo africano ayuda a reflexionar sobre la actual crisis de seguridad, política y económica de México, situación que está estrechamente relacionada con el bajo nivel educativo que hay en nuestro país desde hace años, el abandono de las clases de formación cívica y ética y la lamentable situación de la ciencia. Para reconstruir nuestro tejido social y poner bases sólidas para el futuro será necesario concentrarnos en cómo estamos formando hoy a los mexicanos del mañana.

Liberia: lecciones desde África

La historia de Liberia es un ejemplo claro de que la libertad y la riqueza material no garantizan una mejor sociedad.

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