Nos consumimos Quintana Roo

Lunes 14 Agosto 2017

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<p style="text-align: right;"><strong>EN &Oacute;RBITA</strong></p> <p><span style="line-height: 20.7999992370605px;">Hace unos d&iacute;as el Atlas de Vulnerabilidad H&iacute;drica de M&eacute;xico alert&oacute; que Quintana Roo es uno de los estados con &ldquo;muy alto riesgo&rdquo;. No es la primera vez que organismos -nacionales e internacionales- publican lo alarmante de las altas temperaturas, la p&eacute;rdida de arenales, el desgaste de los manglares, la sequ&iacute;a o la afectaci&oacute;n de los arrecifes en nuestro territorio, por citar ejemplos evidentes.</span></p> <p>Durante d&eacute;cadas, tanto intelectuales como l&iacute;deres mundiales y gu&iacute;as espirituales han difundido investigaciones acerca de los riesgos latentes en las costas y, peor a&uacute;n, de maltratar las barreras naturales, sin las cuales el nivel del mar avanza inexorablemente. Porque el incremento de ese nivel no es ciencia ficci&oacute;n, como tampoco lo son la acidificaci&oacute;n de los oc&eacute;anos, el deshielo de los polos o la desertificaci&oacute;n del suelo.&nbsp;</p> <p>Con esos antecedentes no resultan exageradas las proyecciones de que Isla Mujeres, Cozumel o Holbox (islas pobladas), ni Banco Chinchorro o Contoy (deshabitadas, aunque con gran biodiversidad), son las m&aacute;s vulnerables y que, por lo tanto, estar&iacute;an condenadas a la desaparici&oacute;n, de continuar estas tendencias.</p> <p>Ante ello la pregunta inevitable es: &iquest;Y qu&eacute; podemos hacer? Los cient&iacute;ficos aseguran que la mitigaci&oacute;n es todav&iacute;a posible, incluso en los an&aacute;lisis m&aacute;s catastrofistas. Lo que se debe tener en cuenta es que &ldquo;el futuro de la humanidad est&aacute; en peligro por la humanidad misma&rdquo;, sentenciaba Kofi A. Annan, ex secretario general de Naciones Unidas, hace d&eacute;cadas. Nada m&aacute;s real y vigente.</p> <p>Entonces si parte de la soluci&oacute;n est&aacute; en manos de las sociedades (y no solo de gobernantes, incluido Donald Trump, que se niega a aceptarlo) las acciones no pueden esperar. Por eso deben celebrarse iniciativas como las revisiones a los programas de desarrollo urbano; las declaratorias de &aacute;reas naturales y reservas de la bi&oacute;sfera (como en Cozumel), o la obligaci&oacute;n de separar residuos (como en Solidaridad), asuntos ya en desarrollo.</p> <p>Lo criticable es que dichas alarmas parecieran inadvertidas por algunos acad&eacute;micos, servidores p&uacute;blicos y ciudadanos, quienes pretenden minimizar las problem&aacute;ticas que, si bien no son exclusivas ni f&aacute;ciles de frenar, nos incumbe sobremanera por la situaci&oacute;n geogr&aacute;fica -expuesta a fen&oacute;menos hidrometeorol&oacute;gicos-; la abundante riqueza natural, y la vocaci&oacute;n productiva que depende lamentablemente de aquello en peligro.</p> <p>Este es otro desaf&iacute;o de todos. Los cambios registrados son apenas avisos de lo que suceder&aacute; con el clima si continuamos con este modus vivendi depredador. Tenemos que modificar r&aacute;pidamente los patrones de producci&oacute;n y consumo para estar a la altura; de lo contrario, el cambio clim&aacute;tico y las limitaciones del planeta nos llevar&aacute;n a un giro en la manera como est&aacute;n funcionando la econom&iacute;a, la pol&iacute;tica y la sociedad.&nbsp;</p> <p>Ser&iacute;a ideal no culpar a la naturaleza, sino reconocer la responsabilidad individual y colectiva, y asumir cambiando la conducta para reducir las diversas fuentes de contaminaci&oacute;n, de explotaci&oacute;n de los recursos y de las emisiones de gases de efecto invernadero.</p> <p>No es tarde y s&iacute; es posible.</p>

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