Cancún, Quintana Roo

Sin humedales no hay agua; sin ésta, no hay vida

Jueves 04 Febrero 2016

 

Estimado lector: ¿sabías que desde 1971 conmemoramos cada 2 de febrero el “Día Mundial de los Humedales”? Esto con el fin de sembrar y aumentar año con año la consciencia de la humanidad en torno al papel que desempeñan los humedales para el presente y el futuro del planeta, y su relevancia para cumplir los nuevos Objetivos de Desarrollo Sostenible establecidos por la ONU rumbo al 2030, pues las personas constituimos el núcleo de la conservación de la naturaleza.

 

¿QUÉ SON LOS HUMEDALES?

 

De acuerdo a la Convención de Ramsar sobre los Humedales “un humedal es una zona de la superficie terrestre que está temporal o permanentemente inundada, regulada por factores climáticos y en constante interrelación con los seres que la habitan”.

Estos se clasifican en:

Ø  Marinos: Humedales costeros, inclusive lagunas costeras, costas rocosas, pastos marinos y arrecifes de coral.

Ø  Estuarinos: Incluidos deltas, marismas de mareas y manglares.

Ø  Lacustres: Humedales asociados a lagos.

Ø  Ribereños: Humedales adyacentes a ríos y arroyos.

Ø  Palustres: Pantanosos – marismas, pantanos y ciénagas.

Ø  Artificiales: Estanques de cría de peces y camarones, estanques de granjas, tierras agrícolas de regadío, depresiones inundadas salinas, embalses, estanques de grava, piletas de aguas residuales y canales.

SU SALVAGUARDA ES VITAL

 

Los humedales son esenciales para la vida y representan el sustento de más de mil millones de personas en todo el mundo, incluidos los pueblos indígenas. Lagos, ríos, marismas, zonas costeras y otros humedales suelen estar asociados a prácticas culturales que permiten a la sociedad desarrollarse y adaptarse a los cambios ambientales, poseyendo también un alto valor estético, paisajístico y recreativo.

 

Los manglares, por ejemplo, funcionan como fuente de abastecimiento de alimentos, medicinas, transporte, energía y materias primas para las comunidades locales. La gran diversidad de vida que albergan los posiciona como uno de los ecosistemas más productivos del Planeta, pues tienen un alto contenido de nutrientes que permite alimentar a un importante número de especies terrestres y acuáticas, resultando incluso como nichos significativos para la producción pesquera, además de ser amortiguadores naturales frente a los efectos del cambio climático (inundaciones, deslaves, huracanes), y sirven también para controlar la erosión, mejorar la calidad del agua al funcionar como filtro biológico, mantienen procesos de sedimentación, y fungen como refugio para flora y fauna silvestre.

 

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¿CUÁLES SON LAS AMENAZAS?

 

A pesar de la importancia de los humedales, su extensión a nivel global se ha reducido a poco más del 40%, y con base en la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), históricamente los bosques de manglar abarcaban 75% de la franja costera de los trópicos, pero hoy solo queda 25% de la superficie de estos ecosistemas, con menos de 15 millones de hectáreas.

 

Entre las causas principales de destrucción de los humedales y en particular de los manglares destacan: la industria acuícola (camaronera) que deforesta grandes áreas de manglar, la elevada presión demográfica y la expansión urbana, la agricultura insostenible, el crecimiento descontrolado e insustentable del turismo, y la contaminación. En la práctica, tales problemáticas ocurren por presiones económicas y políticas e intereses particulares para beneficiar proyectos y/o empresas por encima de la preservación del capital natural.

 

Las aguas de los esteros, por ejemplo, son desviadas para “nutrir” los estanques artificiales o abastecer del recurso hídrico a los hoteles y a las ciudades, y luego esas aguas son devueltas a los cuerpos de agua con toda la polución generada en dichos espacios, sin que haya un tratamiento eficiente de las mismas para evitar daños a los ecosistemas. A menudo, el sector agrícola considera a los humedales como un obstáculo, drenándolos y recuperándolos para habilitar terrenos e irrigar plantaciones, las cuales terminan “carcomiendo” los espacios naturales y provocando la pérdida de los bienes y servicios ambientales que proporcionan. Y sobre las repercusiones sociales y ambientales derivadas de la tala de manglares y la contaminación de ecosistemas costeros en manos de algunos complejos turísticos ubicados en regiones del país como el Pacífico Norte y la Península de Yucatán principalmente, da pena y tristeza exponer cómo han afectado el medio ambiente ribereño.

 

PANORAMA DESALENTADOR

 

Y es que desde el 2009 diariamente se pierden superficies que equivalen a 6 campos de fútbol, y de continuar con este ritmo, para el año 2025 habrá desaparecido la mitad de estos ecosistemas, con su respectivo desequilibrio ecológico global.

Aunque México se ubica entre los países con mayor superficie de manglar (poco más de 700 mil ha. contabilizadas al año 2010 de acuerdo a la CONABIO) y las 4 especies de manglares existentes están protegidas por la Ley General de Vida Silvestre y la NOM-059-SEMARNAT-2010, sólo 64% del territorio de mangle está incorporado a la Convención de Ramsar, y anualmente se pierden alrededor de 22 mil hectáreas con una tasa de deforestación de 4.12%. En tan solo dos décadas hemos destruido más del 25% de los manglares del país, y apenas el 43% del total de la superficie se encuentra distribuido y protegido en 32 Áreas Naturales Protegidas.

 

MUCHO POR CUIDAR

 

Las amenazas hacia los humedales continúan, y no podremos detener su hecatombe si los sectores que los alteran son transversal y eficientemente regulados y monitoreados por las autoridades y la sociedad con apego estricto a las normatividades: la ley no se negocia, se cumple y se hace respetar.

 

Por nuestro compromiso con el planeta debemos presionar y exigir que sancionen a quienes dañen este patrimonio natural, pues cada metro cuadrado de humedales está constituido por agua, y sin éstos ni agua, no habrá más vida por más “dinero” que tengamos.

 

No porque se sigan perdiendo cada día bajaremos la guardia, todo lo contrario: desde lo local podemos organizarnos para defenderlos realizando campañas de información y educación ambiental sobre el valor y la importancia de los mismos, empoderando a la gente en el conocimiento y la defensa legal de su hábitat, llevando a cabo acciones de reforestación, siembra de manglares y protección de las especies, y promoviendo la integración de los valores y tradiciones culturales en el manejo, la conservación y su uso racional, con el fin de recuperar y preservar todo lo que aún queda.

 

Hemos también de trabajar en conjunto con el sector agrícola y acuícola, el turístico e industrial esencialmente, para enfrentar los desafíos con una visión holística que multiplique los beneficios del desarrollo bajo prácticas exitosas, éticas, sostenibles y socialmente responsables que no pongan en riesgo la biodiversidad.

 

Todos debemos colaborar, ya sea como turistas y/o nativos de cada región, y evitar el abandono de residuos o la quema de los mismos, así como no invadir áreas protegidas, ni fomentar cambios de uso de suelo ni la tala de los bosques de manglar, a la par de no contaminar los cuerpos de agua ni destruir las especies que habitan ellos.

 

Paralelamente, tenemos el deber de solicitar que se incrementen los recursos públicos para la recuperación anual de los manglares, y que los Gobiernos (federal, estatales y municipales) cumplan a su compromiso por la causa ambiental asumido en diversos programas, propuestas, posicionamientos y estrategias como el Plan Nacional de Desarrollo, pudiendo entre todos lograr tener humedales ricos, sanos, protegidos y conservados para disfrutar la naturaleza en su esplendor.

Aprendamos de casos mundiales de éxito en el rescate y la reparación de ecosistemas, como el logrado hace una década en la ciudad de “Tianjin Qiaoyuan (China)”, donde un parque post-industrial  de 54 acres que servía como vertedero de basura y receptor de aguas residuales, fue transformado en un “Parque de Humedales” a través de un proceso llamado “diseño regenerativo sostenible del paisaje”, con el que se logró: purificar las aguas grises; mejorar los suelos salino-alcalinos a través de procesos naturales; recuperar el paisaje regional con vegetación nativa de bajo mantenimiento; generar oportunidades en educación ambiental sobre los paisajes nativos, los sistemas naturales y la sostenibilidad del paisaje, así como nuevas fuentes de empleo sustentable.

El manglar es uno de los ecosistemas más importantes del mundo pero también de los más olvidados, a pesar de que su cuidado serviría como respuesta al cambio climático. Cada 2 de febrero y cada día, seamos conscientes de la trascendencia que tienen los humedales para la vida en el Planeta, no solo para los humanos, y actuemos por su protección y preservación ahora, mañana será muy tarde.

 

Estimado lector: ¿sabías que desde 1971 conmemoramos cada 2 de febrero el “Día Mundial de los Humedales”? Esto con el fin de sembrar y aumentar año con año la consciencia de la humanidad en torno al papel que desempeñan los humedales para el presente y el

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